Es un tiempo donde reina el autoritarismo, acompañado por la cobardía pero también hay rebeldía. Están los que actúan como bufones del poder, enviados para distraer al público, para hacerles creer que los chismes son la verdad y que no importan las evidencias, solo la (im)postura.
Cuando el bufón no logra llevar adelante su trabajo con acierto, entonces es desterrado de la corte. Van siendo desplazados por auténticos artistas que ponen en evidencia la falsedad de los falsificadores.
Luego de este tumulto de posverdad (que ya va quedando olvidado, hasta el término) reaparecen las prácticas reales. La vida virtual puede ser muy divertida, emotiva, pero siempre hay un acto de “regreso” a la cordura. Si no hay regreso, pasamos al estado de alienación temporal o permanente.
Pero la contundencia de lo real no puede ser ocultada de manera permanente. No existe todavía ese Gran hermano que pueda idiotizar al extremo de no poder ser más un ser humano pensante y critico.
La sociedad, nosotros estamos atiborrados de noticias o mejor, de estímulos noticiosos, algunos verdaderos otros falsos pero con cierta verosimilitud, que ocupa el lugar de lo importante.
Nuestra energía limitada, no sabe ya a que darle más importancia, si a la causa de Santiago Maldonado, al hundimiento del submarino San Juan, a los tarifazos, a la pérdida del poder adquisitivos, a los despidos injustificados, a los muertos por la espalda, a las mentiras de los jueces que de manera exprés inocentan a funcionarios, las mentiras que a diario nos vomitan los Cambiemos boys con total cinismo, a las persecuciones a periodistas, ex funcionarios, dirigentes sociales, participantes de marchas, la desgracia de hacer explotar al país, de matarlo de hambre, de hambrearlo con la deuda, de militarizar para reprimir, de mentir todos los días con un futuro mejor.
El futuro siempre será mejor porque ellos no van a estar más, ese es nuestro mejor futuro.