Creación del enemigo

Hace unos días Esteban Bullrich juró como senador nacional y entonces se escuchó su voz luego de una campaña preelectoral donde sus declaraciones piantaban votos. Fue entonces que le ordenaron “ya basta de decir tonterías, silencio”. Y lo callaron para el bien de propios y extraños.

Sus intervenciones públicas causaron rechazo en múltiples ocasiones. Son de destacar sus opiniones cuando en Holanda se refirió a Ana Frank.

Dijo en aquella oportunidad “..Ella tenía sueños, sabía lo que quería, escribía sobre lo que quería y esos sueños quedaron truncos en gran parte por una dirigencia que no fue capaz de unir y llevar paz a un mundo que promovía la intolerancia”.

Llovieron las críticas por pretender que el nazismo, productor de uno de los genocidios más grandes de la historia, fuera a sentarse a una mesa y a dialogar sobre el destino de los judíos. No fue nunca su idea.

Entonces, se destaca la doble moral que presentan los Bullrich’s, donde la incapacidad de la dirigencia de aquel tiempo no pudo salvarle la vida a Ana, según su entendimiento. Pero  salvando las distancias entre los sucesos,  estos tipos y sus incapacidades, tampoco pudieron salvar la vida de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. En un sentido sus palabras fueron premonitorias referidas a la incapacidad de esta dirigencia, para evitar estas muertes. Muertes del presente, donde él es parte de la maquinaria de decisiones.

Se podría decir : “..Ellos tenían sueños, sabían lo que querían, escribían sobre lo que querían y esos sueños quedaron truncos en gran parte por una dirigencia que no fue capaz de unir y llevar paz a un país que promovía la intolerancia”.

Una dirigencia que dice una cosa y actúa en contrario con este doble estándar que los caracteriza. El presidente Macri catalogó de “grupo violento” a la comunidad de Villa Mascardi, promoviendo la descalificación y el estigma de esos mapuches. Pero el tiro por la espalda vino desde el Estado que él encabeza. Esta no es la manera de promover la paz.

Sin embargo, mucho se ha difundido sobre el comportamiento de los mapuches en Chile, asociándolos también a grupos violentos y rebeldes. Más allá de toda conducta que deberá ser analizada y si fuera el caso juzgada, como delito personal y no como manifestación de un pueblo o una comunidad.

En Chile también  ocurrieron y ocurren situaciones donde se involucra a los mapuches con planteos acusatorios. La Presidenta de Chile Michelle Bachelet hace algunos meses escribió en un twit:

No es objeto de esta nota analizar cuestiones referidas puntualmente a la problemática aborígen, simplemente dejar algunas marcas para ir profundizando en otros momentos.

Genocidio

Lo primero que surge es que un genocidio no se realiza, no se lleva a cabo, no se perpetra de un día para al otro, tiene su tiempo. Y ese tiempo fue estandarizado de manera arbitraria si se quiere, pero sirviendo a los fines de entender algunos episodios, algunas etapas, que desembocan o no en un acto genocida.

Las definiciones de genocidio son múltiples y también sus clasificaciones que exceden estos comentarios. Pero tomaremos un par de explicaciones para dar un contexto.

Siguiendo a Daniel Feierstein
Genocidio: ejecución de un plan masivo y sistemático con la intención de destrucción total o parcial de un grupo humano como tal.
Práctica social genocida: aquella tecnología de poder cuyo objetivo radica en la destrucción de las relaciones sociales de autonomía y cooperación y de la identidad de una sociedad, por medio del aniquilamiento de una fracción relevante (sea por su número o por los efectos de sus prácticas) de dicha sociedad, y del uso del terror producto del aniquilamiento para el establecimiento de nuevas relaciones sociales y modelos identitarios.

El más tristemente conocido es el genocidio de los judíos perpetrado por los nazis. La Shoah que refiere al holocausto.

En Argentina, también se consumó un genocidio durante la dictadura cívico-militar-eclesiástica entre 1976 y 1983, con 30 mil desaparecidos y una mecánica de violencia tan perversa que hasta hoy se siguen buscando familiares vivos y muertos y se sigue reclamando justicia.

También, es más fuerte cada vez la intención de la aplicación del término genocidio a las matanzas indiscriminadas, secuestros, trabajo esclavo, desmembramiento familiar, que se llevaron a cabo en los albores de la organización del país con las llamadas campañas militares tanto a la Patagonia como al Chaco.

La Nación 1878
Sesenta indios fusilados

Al decir de Esteban Bullrich, están llevando a cobo una nueva campaña del desierto, pero con libros. Dice él con libros, pero la duda es ¿cuántos libros habrá leído Pablo Noceti secretario de Seguridad o el gendarme Echazú?, parece que pocos o malos. Lo cierto que la avanzada represiva no necesita literatura, ni mucha teoría, escribe sus páginas en los diarios con mentiras y sangre.

Entonces, antes de que esto pueda transformarse en un genocidio, hay que trabajar en otros aspectos. Así Daniel Feierstein doctor en sociología y especialista en el tema genocidios plantea un paralelismo entre lo sucedido en Alemania con el régimen nazi y lo acontecido en Argentina en el Proceso de Reorganización Nacional.

No es solo la muerte lo vinculante, sino la reestructuración de las relaciones sociales lo que se articula en los dos procesos.

Para Feierstein se van superando momentos en esa construcción social, que se describen de esta manera:

  • Constitución del enemigo social.
  • Hostigamiento al enemigo social. Acoso físico y/o legal contra un grupo marcado.
  • Aislamiento del enemigo social.
  • Debilitamiento sistemático del enemigo social. Destrucción física y moral del enemigo.
  • Aniquilamiento del enemigo social. Asesinato y desaparición material de los cuerpos.
  • Realización simbólica del genocidio. Eliminación histórica y cultural de todo rastro del grupo marcado y aniquilado.

Estas descripciones remiten a análisis históricos de procesos de genocidios, como por ejemplo el del pueblo judío. Y para comprender como estos conceptos se reflejaron en la realidad, se mencionen algunos ejemplos.

  •  La construcción del “otro”.  El cine, la radio y los diarios expandieron la propaganda antisemita. El “otro” comenzó a ser aquel sujeto con una diferencia real o imaginaria, siempre negativa, frente al cual se comparaba y se exaltaba al cuerpo indivisible de la nación. Para los nazis, los judíos representaban el avarismo, el intelecto y el capital internacional, mientras que ellos se definían como el simbolismo de la patria, la fuerza y la generosidad.
  • Hostigamiento. Una vez que el Estado determina que la existencia del “otro” amenaza la nación, se realizan hostigamientos públicos de violencia directa. Se implementan leyes racistas que establecían la prohibición de que ejerzan ciertas profesiones, de contraer matrimonio con alguien que no sea de su misma comunidad, y se estableció también que todos los espacios sociales se cierren para los judíos, y la sociedad se encarga de que esta separación se cumpla.
  • El aislamiento espacial. El Estado separó a los “otros” del resto de la población con la construcción de barrios judíos (guetos). Estos les permitían a los nazis tener un mayor control sobre los judíos al tenerlos a todos encerrados en un mismo espacio en pésimas condiciones, expuestos a enfermedades, hambre y el aislamiento social. El gueto más grande en Polonia era el de Varsovia, donde aproximadamente 450.000 judíos fueron hacinados dentro de un área de 1.3 millas cuadradas.
  • Debilitamiento. Las víctimas se quiebran por tanta violencia recibida, no presentan ninguna resistencia o revelación, se destruyen física y psíquicamente, a través de enfermedades, asesinatos, torturas, violaciones y humillaciones. Llegaban derrotados al tren que los conducían al campo de concentración, y en los campos finalmente rendidos trabajaban, literalmente, hasta morir.
  • El exterminio. Esta es la etapa final donde el Estado racista se transforma en un Estado genocida. En los campos de concentración murieron 6.000.000 de judíos, 500.000 gitanos, 10.000 testigos de Jehová, 10.000 homosexuales, 1.000.000 de opositores políticos. El homicidio se llevó a cabo de manera sistemática a través de las cámaras de gas, los fusilamientos masivos y formas indirectas como la muerte por enfermedad.
  • Luego sobreviene el olvido, la manipulación de la historia y el abismo de la inexistencia simbólica.

Como se puede entender hay situaciones que tiene cercanía con acontecimientos del presente, sin la gravedad de lo relatado pero con puntos de contacto.

En una época de posverdad, donde no se necesitan pruebas para encarcelar y están permitidos los disparos preventivos sin obligación de dar explicaciones,  aflora este autoritarismo que se ocupa de demonizar a ciertos grupos, por ejemplo. Recordemos la campaña contra los empleados estatales catalogados de “ñoquis” o “grasa militante”, las acciones emprendidas sobre los discapacitados a los que les quitaron sus pensiones sin motivo y prometieron devolverlas y no cumplieron, a los maestros acusados por la gobernadora María Vidal de ser kirchneristas (que digan si son kirchneristas les endilgó), los mismos kirchneristas tomados como sinónimos de ladrones y corruptos y los mapuches caracterizados como terroristas, saqueadores, secesionistas y una larga lista de atribuciones, todas negativas.

Todo el ambiente está más que espeso y ciertamente el miedo entre las personas del común se manifiesta. No debemos tampoco olvidar que este país padeció a dictadores que fueron condenados, pero que se atrevieron a decir:

“Un terrorista no es solamente alguien con un revólver o con una bomba, sino también cualquiera que difunde ideas que son contrarias a la civilización occidental y cristiana”
4 de Enero de 1978, Jorge R. Videla

 

 

 

About Omar Alberto Auel

Postítulo en Peridismo y Comunicación. Licenciado en Periodismo.

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